LUMBALGIA: QUÉ ES Y CÓMO TRATARLA

¿Qué es la lumbalgia crónica?

La lumbalgia es un dolor localizado en la zona lumbar, desde el borde inferior de las costillas hasta la región glútea. Puede ser aguda, subaguda o crónica, afectando a personas de cualquier edad. Este dolor no solo limita el movimiento y la calidad de vida, sino que también puede afectar el bienestar mental, el rendimiento laboral y la vida social.

Se clasifica en dos tipos:

  • Lumbalgia específica: causada por una enfermedad, un problema estructural en la columna o dolor irradiado desde otra parte del cuerpo.
  • Lumbalgia inespecífica: sin una causa concreta identificable, representando el 90% de los casos.

Causas y factores de riesgo

En la mayoría de los casos, la lumbalgia inespecífica no tiene una causa clara, pero existen factores que pueden predisponer a su aparición:

  • Sobrecarga laboral (levantamiento de peso excesivo o largas horas frente a pantallas).
  • Mala postura.
  • Hábitos poco saludables (tabaquismo, mala alimentación, etc.).
  • Obesidad.
  • Sedentarismo.
  • Estrés y ansiedad.

Signos y síntomas 

Los síntomas pueden variar según la causa y la gravedad del problema. Los más comunes incluyen:

  • Dolor muscular: sensación de tensión o rigidez en la zona lumbar.
  • Dolor irradiado a la pierna (ciática): puede extenderse a los glúteos y la parte posterior de la pierna, a menudo debido a la compresión del nervio ciático.
  • Dolor que mejora en reposo: alivio al acostarse o al evitar movimientos que impliquen carga.
  • Dolor punzante: sensación de pinchazo en un punto concreto, asociado a irritación nerviosa o problemas discales.
  • Dolor que empeora con ciertos movimientos: actividades como inclinarse, levantarse, estar de pie o caminar pueden intensificar las molestias.

¿Cómo mejorar la lumbalgia crónica?

La fisioterapia es el tratamiento de elección para la lumbalgia crónica o inespecífica, ofreciendo excelentes resultados sin necesidad de intervención quirúrgica.

  • Fisioterapia manual: técnicas como masajes, estiramientos, movilizaciones y manipulaciones para reducir el dolor y mejorar la movilidad.
  • Ejercicios de tonificación y estiramientos: fortalecimiento de la musculatura lumbar, abdominal y glútea para estabilizar la espalda y prevenir recaídas.
  • Diatérmia (radiofrecuencia terapéutica): ayuda a reducir el dolor, relajar la musculatura y mejorar la circulación sanguínea.
  • Aplicación de calor o frío: útil para aliviar el dolor, reducir la inflamación y mejorar la circulación.